POLÍTICOS…
A mi tío Anselmo le dolía una muela de nacimiento. La tenía cogida con alfileres blancos para que no destacara entre los dientes por lo que las paredes del hemiciclo la propulsaban a la retaguardia de estos, fijos en sus lugares de origen.
La muela de mi tío Anselmo no se quejaba nunca; era una muela bien educada que salía y entraba a su antojo. Cuando se hacía coletas para ir a pasear, ambos occipitales daban unos gritos desgarradores, congestionados, sin duda, por la opresión de la cinta que sujetaba el cabello…
Salía de su “territorio comanche” para demostrarse a sí misma que era capaz de ser autónoma y defenderse de los agresores de media estocada que la retaban al suicidio.
Un día, cansada de tanta osadía, se lió un trapo negro a la cabeza blanca y se apostó entre los dos dientes centrales que farfullaban distendidos en la boca. Allí escuchó y aprendió cómo desenvainar la sabuesa y herir de muerte a sus contrincantes lingüísticos.
La muela de mi tío Anselmo, desde entonces, es una perseguidora…
A mi tío Anselmo, todos los meses, le pasa el recibo del agua…
(Autora: Laura Olalla Olwid)
4 comentarios:
Es una magnífica metáfora, Laura. Muy apropiada al momento que vivimos. Algunos políticos son como las muelas: nos duelen a todos aunque nos terminamos por acostumbrar. Están ahí, toda nuestra vida. Lo malo es cuando, como tú dices, además quieren que nos guste como mastican. Y una muela entre alfileres, por mucho que parezca sana, es difícil que cumpla su función. Eso si, los recibos y los impuestos que no falten. ¿No sería mejor que un buen dentista extrajera la dichosa muela?. Con cuidado, eso sí. Porque hay dentistas que no saben por donde se andan. Dan un golpe...de bisturí y cortan también lo sano.
Gracias por tu comentario, Emilio, acertado e irónico... Llevo buscando ese buen dentista de noche y de día. Nada, que no aparece..
Curioso texto, Laura. Fíjate que a pesar de todo la muela me resultaba interesante. Era distinta a los demás dientes uniformados y esteriotipados, con ideas propias...pero entiendo que eso moleste al hemiciclo. ¿Lo que no me gusta es que al final se haya convertido en una perseguidora? Aquí acabó mi simpatía por la muela.
¿Diente por diente? Las heridas del pasado no justifican actitudes del presente...
Muy interesante de verdad, Laura, me has hecho reflexionar mucho...Todavía continuo haciéndolo. No tengo muy claro si el dentista debería extirpar la muela o empastarla.
Besos y un fuerte abrazo.
Ya se sabe Mary Carmen, esto es la ley de la selva: o cazas o eres cazado. Me encantó tu comentario, amiga, porque tú y yo sabemos, digámoslo bajito, que esta muela se hizo a sí misma, no llegó al hemiciclo con el pan bajo el brazo y sin embargo no sólo sobrevivió a la discriminación sino que tomó el mando.... Ni estirpar ni empastar. Lo siento por mi tío Anselmo.
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