PARA EL XVI CERTAMEN DE CUENTO BREVE
“LETRAS VIVAS”2014
TÍTULO: LA NIÑA QUE SALE DEL LIENZO
Tras
la lectura de <<Parejas en el espejo>>, oigo un silbido agradable
junto a la biblioteca, de espaldas a la ventana del salón.
–
¿Quién eres tú que está anidando en mi casa junto a mi madre y a mí? ¿eres
alguno de los pájaros del bosque que celan a mi Rebequita?
–
Señor, si es tu canto el que susurra en mi oído, no dejes de darme luz y
corazón.
Mamá
duerme…, y yo siempre agradecida y en espera al encuentro de tu voz.
–¡Vuelve
a silbar avecilla! que tu melodía cierra las puertas al desorden del mundo.
–Toma
mi pensamiento, Señor, bendícelo y otorga libertad, sin paradigmas ni obstáculos,
a mi razón.
–Que
el agravio se pierda entre las sombras del instinto renacido.
–Que
tu palabra vista el irreconocible manto de la soledad. Pon tan sólo uno de tus
dedos sobre el Poder y la Usura y troca sus voluntades en dádivas.
–Perdonadme
Hnas., que no quiero faltar a la humildad ni socorrer al egoísmo, pero este
fulgor que llevo dentro tan sólo se calmará haciéndoos partícipes de mis espacios… ¡Salid a mi encuentro!,
¡buscadme!, ¡encontradme!
Me
doy la vuelta y todo está en orden: el poto, trepando, cual hiedra nueva por
las paredes decoradas entre los atrezos de vértices laterales. La unidad de las cosas
propagan la virtud de mi mirada; con
sigilo hablan. ¿Qué objeto habrá sido el agraciado con la voz amorosa que la
providencia pone al servicio del alma?, ¿acaso un pajarillo pintado en un
lienzo tiene voz propia?
La niña que duerme en el cuadro sale de este,
observa el horizonte alfombrado por rayos de sol que deslizan su amarillo
perlado por una ancha vereda que va descubriéndola la luz de la memoria
infantil (acaba de cumplir los ocho años): ¡esto me suena, me suena…! proclama
entusiasmada. Corre con su alegría contagiosa, haciendo piruetas en el aire y
balanceándose entre las lianas que salen a su paso; al tacto delicado de sus
dedos, las cuerdas naturales de los árboles y sus verdes hojas se cubren de un resplandor
inesperado que abarca la gran explanada con sus alegres habitantes... Y en el
rellano de un sol enmarcado de recuerdo y novedad, abraza a sus amigos los animalitos
del bosque. El temor ha desaparecido y salta y brinca como "Ana Banana y
su amigo”*
Rebeca me llama: –¡yaya, yaya…! Cuéntame el cuento
de las pelotitas, anda. Su rostro meloso me vence. Nos sentamos en uno de los
columpios del bosque y repite: -anda, yayita, por fa, el de las tres
pelotillas, ¿vale?; ¡o mejor el de la liebre gudiebre de capirutiebre que se
comió el gato gudapo de capirutaco…!
–Está bien, está bien…
–Esto
era un cuento de sal y pimiento, donde una burra quedó preñada y el burro aún más
contento. Pero como no eran religiosos,
cuando ésta fue a parir, sólo salieron tres pelotitas, una para Juan, otra para
Pedro y otra para quien hable primero. Yo como me llamo Esperanza, consumo mucho humor y tengo las llaves del
cielo, con mi felicidad puedo
hablar todo cuanto quiero.
Rebeca
aprieta los labios haciendo un enorme esfuerzo para no hablar; se tapa la boca
con la mano derecha y pone ojos de misterio. Yo la apabullo con preguntas que
la insten a despegar los labios o a sonorizar una carcajada. Pero ella se sabe
bien la lección, no quiere comerse la tercera pelotilla que echara la burra en
el campo. Al cabo de un rato le digo: –¿quieres un helado?. El sí ha respondido
perplejo. Nos reímos a mandíbula llena, mientras le hago cosquillas en la tripa
y mis labios repiten: ¡la pelotilla para ti!, ¡la pelotilla para ti…! el recreo
comienza.
La
Felicidad se logra con la Esperanza. ¿El consumo nos proporciona humor?. La
Religión es otra cosa.
¡Con
qué alegría me premias, Señor, además de tener a mi madre en casa!
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