(Desheredados)
Qué triste soledad la que enhebráis
en gargantas de plata,
hijos desheredados de la vida,
Caminaréis ungidos cual árboles umbrosos
de luces encubiertas
hasta que se abra el mundo en humano
concierto.
Rescataremos nombres a la muerte
con la cándida espada de la rosa.
Así, álamos míos,
vuestro verdor
inaugurará
el futuro.
(Autora Laura Olalla)
domingo, 20 de noviembre de 2011
Hasta que se abra el mundo
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