ATENEO
DE MADRID
Tertulia Pensamiento Marginal
Domingo
12 de mayo, 20 h. Sala Nueva Estafeta
CONFESIONES DE UNA MUJER CORRIENTE
(OTRAS
FORMAS DE VIOLENCIA SOCIAL)
Ponente:
LAURA OLALLA
COORDINADORA DE LA TERTULIA: MARÍA SANGÜESA
Calle del Prado nº 21
En el centro de estudios de la civilización
contemporánea LA VIOLENCIA EN EL MUNDO ACTUAL podemos leer: La violencia lanza
un reto a la civilización; ésta libera, aquella aliena. Nos hace supervivientes
de otra edad, nos arroja a un pasado que nosotros considerábamos
definitivamente clausurado. Torturas, genocidios científicamente organizados,
persecuciones de todo tipo, desplazamientos forzados y masivos de poblaciones,
aplastamientos de pueblos y de hombres indefensos llevados a cabo por los
poderosos…, la violencia sube como una marea en el horizonte del futuro; la
angustia de la regresión y hasta de una destrucción total gravita sobre la
euforia del progreso. La civilización no puede ser salvada más que
por la voluntad humana. Para la violencia no hay más que un antídoto. Y
este no es la violencia antagónica –remedio desesperado– sino la inteligencia, la perfecta comprensión
de las situaciones, de los riesgos a los que nos exponemos y de las
soluciones racionales o razonables.
El
humanismo es el hombre en vías de engendrarse a sí mismo, en vías de hacerse
ser. Se puede percibir una especie de cisura capital que quizá es la fuente de
todas las formas materiales y espirituales de la violencia física y moral en
nuestro tiempo: una divergencia creciente entre la cultura y la civilización.
Cultura
es toda manifestación de la conciencia creadora: las artes, pintura, escultura,
cine, las letras, los mitos, las religiones, los místicos; esto es, todo
lo que está sobre lo irreal, sobre lo
posible, sobre lo deseado, y que es, psicológicamente, la realidad más profunda
en nosotros, la expresión vital de la conciencia. Es todo lo que la
civilización tiende a oprimir.
Civilización
es el saber aplicado, las conductas que la conciencia condiciona, las
estructuras de la vida social que resultan de ella. En pocas palabras, la realidad práctica, tal cual, nos la
impone en cada momento el estado de nuestros conocimientos y de nuestras
técnicas.
Naturalmente
estas dos formas de la vida están articuladas la una sobre la otra: la civilización es el dato de base, y la
cultura es la encargada de expresarlo.
Para
el perfeccionamiento del hombre ha de haber una ósmosis entre cultura y civilización. (Según el Diccionario, ósmosis: contemplar es el arte
de penetrar en la intimidad de las cosas. Tener el gusto de entrar en contacto
con la maravilla, de interrogar a las cosas pequeñas.
¿Qué pasa sobre todo en occidente? nos interesa valorar el ángulo de
declinación entre la cultura y la civilización generacionales; estas dos
fuerzas están enfrentadas y en desfase, hay un crecimiento de violencia
interior que nos vuelve a todos malos e inestables. Nuestra civilización es la
consecuencia de una lenta y difícil conquista que se llama objetividad. Pero el
individuo no se resigna a ser sólo una pieza; tanto más desesperante cuando se
la adivina inscrita en la economía misma del progreso. De aquí la soledad de
los individuos entregados a la brutalidad de las técnicas, al mismo tiempo
gregarias y solitarias, como lo mostraba recientemente el Dr. Riesman en su libro
<<La muchedumbre solitaria>> El mundo con el que tenemos que
enfrentarnos se ha vuelto imposible de interiorizar. Y cuando René Huygue
habla de hambre se refiere evidentemente a un hambre espiritual. De esta forma
va muriendo ante nuestros ojos la metafísica, es decir la mirada que el
espíritu proyecta sobre el espíritu, la “ciencia de lo concreto por
experiencia”, como decía Péguy (Charles Péguy, nacido el 7 de enero de 1873 en Orleans y
muerto el 5 de septiembre de 1914 en Villeroy, filósofo, escritor, poeta y
ensayista francés, considerado uno de los principales escritores católicos
modernos).
Sartre
es quizá nuestro último metafísico. Michel Foucault habla de una muerte del
hombre en las últimas páginas de su libro Las palabras y las cosas.
Por
eso los Artistas hasta puede ser que tengan más existencia que los cosmonautas,
porque es en el arte donde se expresa la creatividad y es en aquellos dónde la
existencia es tan acusada y grave que les obliga a expresarse.
La
destrucción del lenguaje nos guía hacia una apertura al lenguaje poético que no
está hecho más que de imágines y de asociaciones insólitas, de metáforas.
El terror es
una violencia doctrinal que fue expresado por primera vez durante el Terror de
la revolución francesa en 1793. Según Saint-Just , (Louis Antonie
León Saint-Just, fue un político revolucionario francés. Sus detractores lo
llamaron el "Arcángel del Terror"
<El
Terror es la justicia inflexible que mana de la virtud>. Robespierre
nos dice.
<El terror es una consecuencia del principio general de la democracia,
aplicado a las necesidades apremiantes de la patria>. El terrorismo tiende a
conseguir un efecto psicológico y reposa sobre una explicación doctrinal de la
situación. El terror no conduce en
absoluto a un acto positivo, ni a una decisión. El problema clave es el efecto del terror sobre el individuo. Si
contemplamos el terror aplicado en las
diferentes guerras, Hitler en Gran Bretaña; el de los aliados en Alemania; el de
los Estados Unidos en Vietnam del Norte…, se trata siempre de conseguir una
decisión psicológica, es decir la ruptura de la voluntad de resistencia del pueblo para obligarle a
ceder y reconocerse vencido.
La
sumisión más dañina es la sumisión a la violencia. Pero la violencia más
rechazable es la que se rodea de una atmósfera poderosa de seducción y de
fascinación.
Este
texto, como he dicho en un principio de la Ponencia, ha sido extraído del
<centro de estudios de la civilización contemporánea> de la Editorial
Sígueme. Como yo no soy ni una intelectual
ni una erudita sino más bien una “artista” que se ha hecho a sí misma, les daré
a ustedes mi propia impresión de lo que es Terrorismo por las personas de a
pie, como yo, mujer corriente, interesada de manera especial en las víctimas de
ciertos terrorismos implantados en nuestra sociedad.
Si nos hacemos la pregunta ¿Qué es Terrorismo?
La
primera impresión que nos llega al oír repetidamente la frase, es ésta:
“privación de libertad”. Nos sigue llegando la perplejidad, la incapacidad para
poder asimilar el grado enorme de violencia que ocupan otras mentes. Nos
aterramos del terror y quizá algunos de nosotros, en un afán de solidaridad,
profiramos alguna amenaza o improperio contra los autores del hecho como:<
tenían todos que estar colgados, malditos hijos de perra, yo los guillotinaba
uno por uno>. Otros más pacíficos, buscando palabras de perdón dirían: son
mentes enfermas, su comportamiento irracional no puede calificarse de ninguna
otra forma. La generalidad lo condena. La minoría lo aplaude como venganza de
sí mismo, sobre todo, si es político o militar: algo habrá hecho... Los de a
pie sólo pedimos que no nos toque a nosotros, mientras, escondemos las
zapatillas debajo de la cama y hacemos calceta sin hilos.
Aquí vengo a significar, no sólo la bomba o
el tiro en la nuca (totalmente condenables), sino una amplia gama que va desde
el hogar más insignificante hasta la Esfera Político-Social más elevada,
pasando por sus innumerables epílogos intermedios. Porque, ¿quién es el
verdadero terrorista?. Partamos de la base: “hasta llegar a la conclusión, un
libro se compone de muchas páginas”.
Esa frase que tanto conocemos: “al árbol hay que
enderezarlo desde chico”, ni es verdad ni es mentira; todo dependerá del
significado positivo o negativo, del uso que le demos. Si pretendemos que
crezca fuerte, sano, equilibrado, lo regaremos con la misma constancia y amor
como lo haríamos con nosotros mismos; su propio verdor delatará su y nuestra
alegría (positivo). Si lo regamos por defecto o en demasía, ejerciendo
sobrecarga de cuidados por ignorancia o exigencias de mando, crecerá irregular,
inarmónico, como nosotros (negativo). Luego, de un mismo árbol, resultados
diferentes.
Hay muchos árboles crecidos en la
negatividad y que tratan de imponerse por la “fuerza”; ésta, a veces, no es la
fuerza bruta evidenciada, sino la solapada; la que en aparente armonía (en
países supuestamente desarrollados), rigen personas para su propia gloria y
bienestar económico. Hablo del TERROR DE
LAS DROGAS (qué lucro más exacerbado). No puedo menos que irritarme ante esta
atrocidad, ante este atropello humano que va minando dolorosamente tantas
vidas, tanto árbol joven. Los Centros de Rehabilitación están muy bien para
aquellos que con un enorme esfuerzo encuentran su voluntad, el apoyo familiar y
el de las Instituciones, pero... ¡Y los
que son incapaces de oírse! ¡los que no logran encontrarse!, ¿hay que dejarles
morir como serpientes, arrastrados en el fango; el fango que otros crearon para
ellos, para niños y adolescentes?. Todavía hay quienes ratifican la falsa
creencia de que el cáncer es una enfermedad “honorable” (la envía Dios),
mientras que el alcohólico, el ludópata, el heroinómano etc. etc., por
deleznables, repulsivos y repudiados, son irreconocibles como enfermos. ¿Cuándo
aprenderemos a ser limpios de corazón?.
En la certeza de la razón, caminamos al
abrigo inmaduro del mundo, sin reflexión de pensamiento ni exorcismo de
conciencia, sólo cuando el agua es naufraga en nuestro propio ser, ahondamos un
instante para sentir al hermano. ¿Cuántos Cristos hemos de seguir crucificando
para saciar la sed del poderoso?
Al
igual que María, en la agonía del Calvario, cuántas madres aúnan sus energías
en lucha diaria para ver renacer a sus hijos de ese terrorífico Vía Crucis de
la Heroína… impregnado de degradación absoluta, jóvenes adolescentes, incluso
niños, por esa “lacra social” permitida.
¿Alguna
vez nos paramos a escuchar el grito silencioso de estos jóvenes que, apartados
del calor del hogar, sienten el total abandono de todos?. Las madres de la marginación,
ante la insuficiencia de medios, ausencias legales, y privación de la tutela de
los hijos al cumplir los dieciocho años, se encuentran impotentes ante la
propia destrucción de estos, no sabiendo sino de abnegación. Pero mientras
esperan respuestas adecuadas de las altas esferas, les piden a las personas de
buena voluntad, que se hagan eco de su dolor y compartan tiempo y esperanza en
la rehabilitación de estos seres que, no
por libre decisión, sino como expresión descarnada de alienación social de la que
el toxicómano es a un tiempo víctima y cómplice, ( E. Kalina, S. Kavadloff, en
su libro <<La droga: máscara
del miedo>>), son dignos de ser escuchados.
Esta forma de terrorismo social, implantada
por los profundos intereses que mueven las drogas, es réplica exacta de la
sociedad que tenemos. Éstos, como tantos niños de otras guerras, palidecen
en desgarro agónico día a día, minuto a minuto…¿Hasta cuándo?
Tratando
el factor humano, al recabar fondos para
centros de ayuda al drogodependiente, estas madres se han encontrado con la
negativa de personas en la creencia de que el drogadicto lo es porque quiere
serlo, orientando su donativo a los enfermos de cáncer, sin pararse a pensar
que el toxicómano es otro enfermo. Cuando oyen estas incursiones, de personas
que consideran amigas, ajenas al problema, hacen esfuerzos para que las
lágrimas no afloren a los ojos.
Este
es un tema escabroso, de tendencia laboriosa y demasiado extensa para tratarse
de una sola vez, por eso hoy, desde aquí, desde esta Sala de la Estafeta del
Ateneo de Madrid, queremos hacer llegar un mensaje de amor y esperanza a todos
los extraviados, arropándolos con nuestro calor individual y colectivo, e
intentando destruir en ellos el sentimiento de abandono.
No
puedo dejar de inscribir el peso solidario que, nuestra –ya desaparecida– querida
amiga Encarnación Huerta Palacios; en nuestro entorno literario “Encarnita”, ha
dejado en la memoria de todos quienes la conocieron, con la generosidad de su
corazón y también de su economía, hacia las causas más débiles. Y siguiendo con
mi propia cosecha les contaré:
Tuve
la necesidad de retirar fondos de mi c/ bancaria y acudí a una de las oficinas
más cercana al domicilio en que vivo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando me
dijeron que dicha entidad se había fusionado con.... y que allí podía realizar cualquier tipo de
operación exceptuando la retirada de fondos. por lo que me vi obligada
-expresamente- a desplazarme a Madrid para conseguir mi propósito.
En
cierta ocasión, hace ya algunos años, acudí a un ministro de la Iglesia
rogándole me oyera en confesión; era grande mi necesidad espiritual y por si
fuera poco, mi pequeña tomaba la Sagrada Comunión al día siguiente. Quería
acompañarla en su primer contacto con el Cuerpo de Cristo. Llegué cansada, muy
fatigada por el trabajo diario, esperando encontrar una palabra de consuelo, y
la única respuesta que obtuve, después de rogar varias veces, fue una
señalización manual del párroco indicándome el horario de confesiones y misas.
Yo me pregunto, qué hace la iglesia sin hospitales para las almas. Acaso
debamos creer que es una Industria como tantas otras dentro de la sociedad.
Los que practican el terrorismo muestran al
individuo su sed vacía engendrando abejas sin reinas; juegan al golf sin
pelota, domesticando signos de vida con sus lianas de acero. ¿Ayunan en la
pobreza materializando la esencia del bien?.
Amanecí
una mañana envuelta en sudor, un sudor pegajoso y repelente, cuyo aspecto
suponía una horrible pesadilla. Sentí frío y mi cuerpo se estremeció al
despertarme. Me sentía aterrada, la idea de la soledad me envolvía y los
fantasmas, aun despierta, no se iban de la habitación. Sin saber qué hacer,
telefoneé a alguien. La respuesta no se hizo esperar:
-Oye,
lo siento, estoy muy ocupado, llámame más tarde...
Hice
una segunda llamada.
-¡Maldita sea!. Qué inoportuna eres, siempre llamas en el peor de los
momentos, tengo la sartén al fuego... ahora no puedo escucharte.
Marqué
otro número de teléfono.
-Oye,
llámame dentro de una hora. Voy a llevar los niños al colegio. Mirándolo
bien... Perdona, había olvidado que he de ir al mercado. Llámame esta noche.
Voy a estar toda la mañana fuera.
-¡Sal
del baño, mamá, llaman por teléfono!
-¡Ya
voy, ya voy!: –Si?
-¡¿Dónde está ese maldito artículo sobre el terrorismo que tenía que
estar a los ocho y media sobre mi mesa?!
-Estará
a punto de llegar, Sr. Franc. Hace ya rato que lo envié con un mensajero
-contesta la madre-
-¡Si no
llega con tiempo... está usted despedida!
El pequeño pregunta:
-Mamá,
¿qué es terrorismo?
-¡Come
deprisa si no quieres que te parta la cara,
vas a llegar tarde al colegio!
Después
de todo, quizá tan sólo sea “Resucitar
la Muerte”.