Navidad 2005
Muy pronto me dirás
¡cuánto te quiero, mi yayita…!,
¿me querrás tú a mí igual
desde ahora
y para siempre?
(La luz me llega
de horizontes cercanos,
como si el viento no cesara
de rugir afanoso en sus espuelas.
Porque soy la reclusa de la luz
me acomodo a sus pies queriendo).
Con la única voz de tu sonrisa
-ojos, labios, mofletes…-
se transforma mi mundo,
luciérnaga hechicera de la paz
del corazón.
Surges del mar,
de la ola sedienta,
del flujo
predecesor de la vendimia.
Soy yo, tú eres, somos
la luz de la inocencia,
mi pequeña Rebeca.