viernes, 6 de mayo de 2011









Y ahora qué



¿hiere decir lo que se piensa?



El ambiente selecto de la concavidad arbitral de la mente la llevaba a un caso curioso: la mendicidad de la amistad. Un sutil encuentro de promesas rotas en la veracidad del silencio asoma hostigando al presente. ¿No hay obligación de exponer, aclarar…, dilucidar los porqués de esa pretendida concurrencia que ultima su derivación a proposiciones distintas de las recepcionadas en la intimidad del asueto?. Arduo sigilo el que el sentimiento cuelga en la escarpia del corazón.



El reencuentro con el olvido es sinónimo de inflexión como inflexiva es la ruta que sigue al retrueque del camino que madura en una inflexión redomada. Ansiedad que nos danza despertando el secreto que crece en el insomnio – solapada mordaza que se presta a la noche-.



Una verja se rompe y secciona un detalle: -voy a romper todos los cánones-, se dijo Mónica, atisbando, por casualidad, en un saco de ropa sucia; saco en el que se echa todo lo concerniente a las dudas. Hasta entonces había hablado con su amigo en dos ocasiones y el estrés que le producía la incertidumbre la descalificaba para llevar una vida grata en su entorno social. Con la soledad venida a menos, consultaba los días del mes de marzo preguntándose cuándo recibiría el gran obsequio primaveral, el que cubriría por el momento, su minado poder adquisitivo y pondría ese punto justo de equilibrio, también en lo personal.



Recordó las palabras que leyera días atrás en el libro de Stieg Larsson “Los hombres que no amaban a las mujeres”: -el cometido del periodismo económico era vigilar de cerca y desenmascarar a los tiburones financieros que provocaban crisis de intereses y que especulaban con los pequeños ahorros de la gente-, y un énfasis de tristeza la instó a explayarse en una especie de decálogo mental de contencioso desánimo:



No te atrevas a destronar mis versos.



No asfixies mis palabras en la demarcación de tus labios ni construyas tu templo en linde ajena.



Si la hoguera del deseo intensificas, pronto, gestiónate.



El amor que en abstracto se derrama no es otra cosa que ilusión pasajera que reta a la razón que esgrime la mudanza.



El destierro del alma en la exclusión de la vida no verá la primavera que promete el invierno, se secará desierto de poder.



Al instante extrajo la nota del saco; el sorteo ya se había hecho público; en ella se podía leer:



Didáctica para animales



-Hiere el silencio, hiere el aire…, dame un respiro para albergar el ser.



-Ah, si pudiera extraer del lirio la tinta para redimir la piel de tanta soledad…





(Autora: Laura Olalla )



3 comentarios:

Mari Carmen Azkona dijo...

Querida Laura, duro relato, muy duro. Es curioso que hemos creado una sociedad de multitudes y sin embargo cada vez hay más personas que se sienten solas. La soledad, como casi todo, es una percepción subjetiva que depende de cada individuo. Hay quien la busca y hay quien la sufre.

La base para romper la soledad está en la comunicación, primero con nosotros mismos y luego con los demás. Conocerse debe ser el primer paso, alejar el miedo, la vergüenza...para luego abrirnos a los demás. Y eso no es de mendigar amistad, como dices en el texto, sino que son los pasos que creo que hay que dar.

En cualquier caso la soledad, no buscada, es un problema intimo y personal que siempre se puede cambiar. Y la solución no está la mayoría de las veces en los demás, sino en nosotros.

Un abrazo.

Laura Olalla dijo...

Totalmente de acuerdo contigo, querida amiga, mil gracias por tu apreciación de este breve pero como bien dices, escalofriante relato. Un beso grandote...

Emilio Porta dijo...

No solo eso...es, literariamente, magnífico. Cada vez creo más que Poesía y el resto de los géneros tienden a la gran fusión cuando hay un buen escritor/a detrás. Laura esto es muy bueno, así, como suena. Y me parece que exploras caminos diferentes y de gran atractivo. No se realmente si Escritores en Red puede ofrecer todo el ámbito que necesitas. La realidad es que tu obra merece mucha atención y comentarios...quizás estemos todos saturados en la lectura y la escritura y nos cueste trabajo prestar atención al algo más que no sea escapar al tiempo o poner una muralla frente a él. El gran problema del escritor es que, como casi nunca, incluso grandes autores, pudo vivir de su trabajo vocacional...la vida, la verdadera vida, se le escapa. Magnífico, Laura. En cuánto a los comentarios...en los blogs pasa una cosas: la gente escribe en contraprestación. Si tú escribes en sus blogs...contestan. Es así, bien lo se hace tiempo. Anímate. Eres buena, muy buena escritora. En todos los géneros. Y también pintora. Lo tienes "casi" todo. Un gran abrazo, Laura.